31.3.11

Cinco “razones” para perdonar

Hay cosas que se pueden conseguir con la justicia… Pero las más grandes sólo se pueden cambiar con amor. A lo mejor, perdonando, puedes cambiar incluso a la persona que hace daño… Estoy convencido que el amor es más fuerte que el odio, que el perdón es más exigente que la indiferencia… No todas las cosas se pueden cambiar en esta vida. Por eso, los cristianos...


Cinco “razones” para perdonar
Carta a María



periodistadigital

Me escribe María y me dice: “Hola Xabier, soy María ¿te acuerdas? Te escribo porque necesito ayuda para perdonar a una persona. No para mantener una relación con esa persona, sino para descansar, para poder quedarme tranquila, para sentir alivio en esta inquietud a causa del odio, de la pena, de la incomprensión, de la decepción. Necesito perdonar para no hacerme daño ni transmitir mi odio hacia otras personas…. Necesito perdonar a una persona… que es tío y tutor de alguien a quien quiero. Necesito perdonar a una persona que ha estado robando dinero a sus sobrinos y que ha enfrentado a dos hermanos (uno de ellos retrasado mental) jugando con los sentimientos Necesito perdonar porque me está haciendo daño odiar a esta persona. Quiero perdonar sin que sea injuticia el hacer" (Hasta aquí María).

Querida María:
He leído cuidadosamente tu carta y no encuentro “razones evidentes” para que perdones. Esa persona a la que te refieres, si es que las cosas son como las cuentas, no tiene derecho a tu perdón... Pero el perdón no es un derecho, sino algo que sólo se puede ofrecer por gracia, como un regalo. En un sentido es bueno que te enfrentes a esa persona e, incluso, que te impongas por ley sobre ella, para que no pueda seguir haciendo lo que hace. En un sentido, sería bueno que acudieras a la justicia, si es que pudieras hacerlo, sin dañar por eso a la persona a la que quieres (sobre todo, en lo referente al robo…). Pero, después de eso, quiero añadir que, a pesar de todo, merece la pena que le perdones.
1. Merece la pena que le perdones, porque “quizá no sabe lo que hace”. Que le perdones, pero no con blandura e indiferencia, sino con inteligencia, haciéndole que vea el daño que hace y que lo reconozco. ¿Podrías conseguir que “sepa lo que hace”, que se dé cuenta del mal que está sembrando? Eso sería lo mejor, pero quizá tú no puedas lograrlo, ni él quiera darse cuenta... El ideal sería llevarle a un psicólogo, porque posiblemente es un enfermo y necesita una terapia, aunque muchas veces, este tipo de “enfermos” no quieren curarse, están muy bien con su enfermedad, sacan provecho de ella… e incluso dicen que ellos son los buenos, que ellos tienen razón y que todos los demás están equivocados o son unos desagradecidos. En ese caso sería bueno “retirarte”, alejarte de ella, dejarla sola e impedir que siga haciendo daño, pero no por cobardía, sino porque a veces las cosas no tienen remedio.
2. Es bueno que le perdones por ti misma: porque quieres ser distinta, no para ser mejor que esa persona (por orgullo o por soberbia), sino porque quieres ser lo que siempre has sido: una persona sensible, que valora a los demás y cree que la vida es un regalo que te han dado y tú quieres seguir regalando. Te la han regalado y tú la quieres regalar. Sabes que es bueno querer y por eso quieres querer a todos. Es bueno que perdones, para que puedas vivir en paz contigo misma, de manera transparente y clara, sin necesidad de ocultar nada, ni de odiar o destruir a otros para ser tú misma. Tienes en la vida mil cosas que hacer: hazlas, en positivo, no te enredes en devolver el mal con otro mal. No te empeñes en enfrentarte con esa persona. Déjala ahí: hay muchas cosas que no entiendes, muchos problemas que no puedes resolver… Déjalos a un lado, céntrate en lo que puedes hacer, en los problemas que puedes resolver.
3. Es bueno que perdones, porque si no lo haces seguirá creciendo la montaña del odio (odio sobre odio) por encima de ti misma y por encima de aquellos a quienes quieres, especialmente de esos niños de los que hablas. Perdona, porque es bueno que los niños crezcan en un ambiente de amor, pero procurando liberarlos de la mala influencia de esa persona de la que me hablas. No lo hagas simplemente por “pasar”, para no complicarte la vida, porque, quieras o no, la vida es en sí misma complicada... Perdona porque, en medio de esta vida complicada, que a veces no entiendes, quieres mantener un rumbo de amor y de claridad, por ti misma y por las personas a las que amas, especialmente por esos niños… Si puedes, no hables mal de la persona a la que te refieres, sobre todo delante de esos niños; discúlpala, si puedes; diles a los niños que está enferma, haz que ellos vean que las cosas se pueden mirar y hacer de otra manera. Estoy seguro de que los niños lo entenderán.
4. Perdona, pero siempre “con justicia”. Tú puedes “perder”, si quieres y si lo haces con cariño y valentía: sólo aquellos que están dispuestos a ceder y a perder pueden ganar… Pero en relación con los demás tienes que ser justa. Eso significa que tú puedes perdonar sin pedir nada para ti, pero tienes que exigir justicia, sobre todo en relación con los niños. Sería bueno que pudieras poner el caso ante un “juez” neutral, alguien que le hiciera ver a esa persona el daño que está haciendo… Es muy posible que en casos de tipo familiar, como parece ser el tuyo, no puedas acudir a medios “legales” externos. De todas maneras, puedes acudir a otros medio de presión, para bien de los niños de los que me hablas e incluso de la persona que les está haciendo daño… Quizá es bueno que, en un sentido, la dejes sola, para que así pueda sentir el daño que ha hecho y para que no pueda seguir haciéndolo. Eso exige que seas muy valiente: muy amable, pero muy fuerte, muy justa, sobre todo por los niños… Que ellos puedan crecer, como he dicho, sin odio, sin responder al mal con otros males, pero sabiendo que es importante la justicia. Perdonar no es cobardía, ni es negar la justicia, sino ir más allá, sin colaborar nunca con el que hace daño, dejándole solo (si hace falta), para que no pueda seguir manejando a los otros (y para que quizá cambie).
5. Perdona, si puedes, para cambiar a la persona que odia y hace daño… Hay cosas que se pueden conseguir con la justicia… Pero las más grandes sólo se pueden cambiar con amor. A lo mejor, perdonando, puedes cambiar incluso a la persona que hace daño… Estoy convencido que el amor es más fuerte que el odio, que el perdón es más exigente que la indiferencia… No todas las cosas se pueden cambiar en esta vida. Por eso, los cristianos hablan de un “purgatorio” después de la muerte (un estado de vida distinto, para que el mismo Dios nos ayude a cambiar aquello que aquí no ha podido cambiarse)… Los budistas hablan de reencarnaciones para purificar lo que aquí está manchado… Pero hay cosas que se pueden cambiar y mejorar en esta vida, empezando por uno mismo. Si tú perdonas, y eres fuerte con tu perdón, y si eres justa…, quizá podrás cambiar muchas cosas. Y si te parece que no lo haces te queda siempre la “energía interior” (eso que los cristianos llamamos amor y oración), para poner tu vida y la vida de aquellos que quieres en manos de la Vida superior en la que estamos viviendo.
Querida María, te podría dar otras razones, sacadas del evangelio, ya sabes, del Sermón de la Montaña: te podría decir que Jesús perdonaba y amaba incluso a los enemigos, para así cambiarles… Te podría recordar a otros personajes grandes de la historia, que también han perdonado, como han hecho muchos budistas. Pero hoy sólo he querido acudir a razones humanas. No puedo exigirte que perdones, no puedo obligarte a perdonar. Pero quizá puedes hacerlo y será bueno para ti, para los niños, e incluso para la persona que les hace daño.

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